By Susana Farran | Economia, Educación, España, Futuro, Jovenes, Noticias, Politica, Trabajo, Transformar | 0 Comments
Desde el Círculo de Empresarios consideramos necesario adoptar medidas fiscales, consensuadas y con visión de largo plazo, sin que supongan la creación de nuevos tributos ni la subida de los ya existentes, con el objetivo de aumentar la efectividad en la recaudación tributaria y situar los ingresos públicos en torno al 40% del PIB en 2020. Es decir, requerimos de nuevas reformas estructurales que logren alcanzar estos objetivos y que, al mismo tiempo, afiancen el crecimiento económico y la creación de empleo estable y de calidad, y garanticen la protección y la cohesión social.
1. Reforma integral del sistema fiscal para equiparar su diseño al de los países más competitivos de nuestro entorno, en tipos y en incentivos fiscales, lo que redundaría positivamente en una mayor generación de empleo, en la atracción de inversiones e instalación de centros productivos y en el crecimiento de nuestras empresas. Todo ello, favorecería la aparición de un mayor número de contribuyentes y, en consecuencia, impulsaría los ingresos tributarios. En concreto:
2. Intensificar la lucha contra el fraude y la economía sumergida. Por un lado, deben incrementarse los recursos para inspecciones de la Agencia Tributaria, agilizar los tiempos y proveer incentivos fiscales para aflorar la actividad, como en Noruega y Países Bajos. Y, por otro lado, adoptarse medidas que generalicen el pago por medios electrónicos siguiendo la experiencia de los países nórdicos.
3. Reordenar las potestades tributarias de Estado, CCAA y Entidades Locales. La competencia, tanto en legislación como en gestión de la fiscalidad empresarial, debería ser exclusiva del Estado para facilitar así la unidad de mercado, de forma que las decisiones empresariales no se vean distorsionadas por los más de 70 impuestos autonómicos y los tributos locales con los tremendos costes de gestión que esto conlleva. En el caso de los Impuestos sobre el Patrimonio y Sucesiones y Donaciones, transferidos a las CCAA, minimizar su gravamen al constituir una sobreimposición sobre el ahorro y una figura tributaria prácticamente desaparecida en países como Austria, Canadá o Suecia.
4. Simplificar el sistema tributario español, que ha alcanzado un nivel de complejidad muy negativo para la seguridad jurídica, la eficiencia económica y los costes de gestión tanto de la Administración como de los administrados. Ello exige:
5. Mejorar la eficiencia de la Administración Tributaria y sus relaciones con los contribuyentes:
6. Fomentar el crecimiento del tamaño medio de la empresa española, su expansión internacional y la atracción de talento e inversión extranjera.
7. Potenciar la sociedad del conocimiento y la creación y explotación de productos y servicios de alto valor añadido mediante una actualización de las deducciones, revisando los actuales límites de compensación y vinculándola de forma más flexible al mantenimiento de la plantilla.
Finalmente, junto a la reforma de la política fiscal española es necesario y urgente:
8. Dotar de mayor estabilidad, transparencia y seguridad jurídica a nuestro sistema tributario dado su impacto en las decisiones económicas de los ciudadanos, las empresas y los inversores nacionales e internacionales.
9. Promover la educación fiscal, para hacer a los ciudadanos conscientes de su corresponsabilidad hacia el Estado de Bienestar. Éstos deben conocer los costes asociados a los servicios y prestaciones públicas, y el reto de su sostenibilidad ante el envejecimiento de nuestra población.